Las vemos todos los días, entramos, salimos, nos asomamos, las traspasamos, las abrimos, las cerramos, son puertas y ventanas. Están ahí desde siempre, desde que a la acogedora cueva prehistórica se accedía por un único hueco, desde que el hombre descubrió que era mejor estar a cubierto, que debió de ser el primer día que coincidieron en la tierra hombre y lluvia. Los más afortunados deciden cuales quieren para su casa y el resto nos conformamos con las que nuestra casa tiene; las usamos a diario sin reparar en la mayoría de los casos en su dibujo, su forma, sus materiales, aunque todo ello las dote de su propia esencia.
Solo cuando las separamos del conjunto comienzan a fluir las ideas; ¿que habrá tras esa puerta? ¿quien mira desde aquella ventana? ¡no la abras¡ “asómate un momento”; infinidad de frases tras la que crear infinidad de historias.
Iconos culturales, “la ventana indiscreta”, “la puerta verde”, “la novena puerta”, “llamando a las puertas del cielo”.
Por todo ello esta primera serie de fotografías, tomadas en un área muy pequeña y en algunos casos pertenecientes a un mismo edificio; puestas en solitario y aderezadas con un poco de música y efectos para que imaginéis que esconden.
